Oíd el ruido
El gobierno de Alberto, entre las refriegas internas y el consenso. La oposición, con la apuesta al desgaste como pelotazo al vacío.
El gobierno de Alberto, entre las refriegas internas y el consenso. La oposición, con la apuesta al desgaste como pelotazo al vacío.
En la disyuntiva entre la eventual victoria compartida con Alberto Fernández contra la pandemia y esconderse bajo la ola de contagios en el conurbano, Rodríguez Larreta se sumerge en el sendero de la derecha dura.
Entre la aversión ideológica de los opositores y el encierro a la salida exportadora, el Gobierno ensaya un itinerario audaz sin quebrar el equilibrio interno que ata con alambre la alianza del Frente de Todos.
Probablemente todas las pandemias provocaron cambios no sólo en las conductas sino en las formas de entender el mundo y las relaciones humanas. Las reflexiones sobre el mundo después del COVID19, disparadas por una constelación de intelectuales que desenvainaron sus plumas al estilo far west, muestran en todo caso un cierto optimismo de espíritu que difícilmente se haya visto con enfermedades anteriores. A amplios sectores de la población mundial nos agarra con los cuerpos ya moldeados e intervenidos por las tecnologías digitales y sus relatos. Es una pandemia post futurista, un episodio más de Black Mirror, que podemos consumir y protagonizar al mismo tiempo, una peste sin ratas ni bubones, donde los infectados son líneas de un color y los muertos de otro, curvas animadas en pantallas que no huelen, ni sangran, ni supuran.
En plena negociación por la restructuración de la deuda, se muestran los dientes. Entre las partes, acechan cual sanguijuelas los intermediarios. El doble rol del HSBC, portador de un prontuario más que extenso.
El Gobierno instrumenta medidas para que la cuarentena no estrague las condiciones laborales de los trabajadores, pero las autoridades de aplicación y los sindicatos carecen en ocasiones de coraje o robustez para plantarse frente a las empresas. Además, la fragmentación social exige una capilaridad de las estructuras organizadas que no se consigue en ninguna latitud. Como si fuera poco, el Poder Judicial amaga con trabarle al Frente de Todos la iniciativa para aplicarle un impuesto a las grandes fortunas. Resistencias apagadas y el atronador silencio del aislamiento que se acata nada más que por la astuta comprensión popular del descalabro macrista y el derrumbe en curso.
Puede leerse como una interrupción, una interferencia en el normal devenir del mundo. Sin embargo, esforzarnos para mantener el estado previo a la pandemia gatopardo es lo que no queremos.
Quién podrá rescatarnos. La pregunta sobre quiénes la ponen. Los sectores rentables de la economía especialistas en correr el cuerpo. Impacto e internas en el Gobierno.
El Presidente, el gato y el cascabel, envueltos en el drama de la historia argentina.
El Gobierno alargó la cuarentena sin precisiones sobre el final del “martirio” dispuesto por el confinamiento obligatorio. La angustia por la insuficiencia económica y la fragilidad social sin demasiadas posibilidades de estabilidad psíquica resquebrajan el imperio del cuidado con la daga de la vigilancia del ciudadanismo policial, al tiempo que la voracidad de los grandes empresarios horada la única chance de que la audacia instituya transformaciones justas en medio del desquicio mundial.